CLAUDIO TOLCACHIR, a próposito de RABIA
Existen proyectos que nos toman el cuerpo de manera prácticamente obsesiva y no nos sueltan hasta poder ver la luz. Rabia es uno de esos. Desde que leí la novela, quedé atrapado por imágenes, sensaciones, instantes que me marcaron profundamente hasta que intuí que ese placer morboso que me provocaba revisitar la historia podía ser una ceremonia teatral única y fascinante.
Contar esta historia es sumergirse en la aventura más riesgosa. Riesgosa la historia del protagonista, riesgosa la misión de desplegarla en el espacio.
Pero ¿para qué hacer teatro si no vamos a saltar al abismo, enloquecernos de amor y de susto? ¿Si no vamos a temblar antes de empezar, abrazados con quienes le dan sentido a nuestra vocación y a nuestro trabajo?
La historia y la creación
¿Por qué un hombre se arriesga a vivir en el límite de lo imposible, corriendo todos los riesgos, habitando la incertidumbre, minuto a minuto, hasta acostumbrarse a ello, subiendo la apuesta, cruzando los márgenes, como una inercia imparable que no tiene explicación y al mismo tiempo es inevitable, hasta alcanzar algo que quizá ni él mismo buscaba?
Estoy hablando de Rabia, sin duda, pero también hablo de la creación, del vértigo inmanejable de sentir que una historia nos encontró, nos secuestró sin demasiadas explicaciones y nos pidió ser contada.
En un taller, un artista plástico se sumerge inevitablemente en la historia de un hombre que se sumerge irremediablemente en una historia que ni él mismo buscó.
FICHA ARTÍSTICA
Intérprete: Claudio Tolcachir
Dirección: Claudio Tolcachir y Lautaro Perotti
Adaptación: Claudio Tolcachir, Lautaro Perotti, María García de Oteyza y Mónica Acevedo
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Espacio Sonoro: Sandra Vicente
Vídeo Escena y Escenografía: Emilio Valenzuela
Ayudantes de Dirección: María García de Oteyza y Mónica Acevedo
Distribución: Producciones Teatrales Contemporáneas
Producción: Producciones Teatrales Contemporáneas, Timbre 4 y Morris Gilbert – Mejor Teatro
Duración: 75 minutos